La Comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo va a votar una nueva norma relacionada con las emisiones de CO2 que pasa por introducir una nueva carga adicional para los transportistas en los próximos años, algo que supondría agravar la situación del sector.
El porqué del doble impuesto al diésel
Desde la organización de fabricantes de automóviles ACEA se ha pedido a los organismos competentes que implementen lo antes posible un nuevo impuesto en la industria del transporte que sirva para gravar las emisiones de CO2, para que se realice el cambio hacia los camiones eléctricos de manera más rápida.
Otra de las propuestas que se realizan desde la ACEA pasa porque dichos fondos recaudados a través de esta nueva tarifa pasen a ser parte de un presupuesto que sirva para dar apoyo financiero a los transportistas que necesitan hacer su propia transformación energética. Esto podría servir para cristalizarse en subvenciones para la compra de vehículos eléctricos, entre otras medidas.
No hay que olvidar que el consumo de diésel que se hace y las emisiones de CO2 son dos aspectos relacionados y proporcionales. De tal modo que la cantidad de CO2 que se emite es proporcional a la cantidad de diésel que se consume.
Además, otro de los problemas que no se pueden obviar en este sentido pasa porque hay un impuesto a los combustibles que lo que hace es gravar la compra de diésel. Este punto hace que se llegue a la conclusión certera de que la industria ya está pagando impuestos sobre el combustible y esto supondría agregar un doble impuesto sobre dicho combustible.
La transformación del sector
En cualquier caso, no hay que olvidar que el sector del transporte y la logística necesita también adaptarse hacia el logro de cero emisiones que se prevé conseguir en 2050 según el mandato europeo. Para lograrlo son varios los temas que se han de tener en cuenta. Desde lograr que la flota de vehículos sea eléctrica a adaptar las carreteras para albergar a estos vehículos.
También es importante descongestionar el tráfico de mercancías por carretera, optando por otras alternativas como puede ser la vía marítima o los taxis aéreos. En definitiva, se trata de adaptar un sector hacia las cero emisiones, con una conducción más eficiente, un servicio más rápido y unas condiciones mucho más cómodas para sus empleados que, en los últimos tiempos, han visto como tenían que trabajar a pérdidas en muchos casos y con una coyuntura realmente adversa.