España ya trabaja en cómo cambiar la dinámica de los puntos de recarga de los coches eléctricos. Algo que es una necesidad, tal y como queda reflejado a través de diversos estudios que demuestran que el desarrollo de la red de puntos de carga debe ser clave para que se dé la verdadera expansión del vehículo eléctrico.
La situación en España
Es importante que se dé este cambio puesto que, en la actualidad, España está en los últimos puestos en Europa en este sentido, contando tan sólo con 10 puntos de carga por cada 100.000 habitantes.
Si observamos las cifras al respecto que hay en Europa, vemos que el ranking se encuentra liderado por Países Bajos con cerca de 70.000 puntos de recarga instalados. A ello, le sigue Noruega o Suecia y luego se encuentran países como Francia con un total de 45.751 puntos y Alemania con 44.538. El hecho de que haya una red de puntos de recarga más amplia y una concienciación medioambiental más elevada hace que la penetración de los coches eléctricos en esos mercados también sea más elevada.
Precisamente para evitar que esta situación se enquiste y con el objetivo precisamente de revertirla, desde el Gobierno están preparando un plan para aumentar el número de puntos públicos para su recarga y también los límites de potencia.
Desde la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones señalan que: «A lo largo del año 2021 se han instalado 4.866 puntos, un crecimiento cuatro veces inferior al necesario para acompasar el crecimiento del mercado». Ahora desde el Gobierno se busca contar con 100.000 puntos de recarga públicos en 2023.
Los límites de potencia de los cargadores
Otro de los aspectos a tener en cuenta es la limitación de potencia de los cargadores. Para ello sería necesario que se pudieran cargar los coches en un tiempo aproximado de una hora y para que esto fuera posible se requeriría, de, al menos, un cargador de 50kW que posibilite realizar la carga de hasta dos vehículos simultáneamente.
Adicionalmente, hay que tener presente el ritmo de producción y fabricación del stock de cargadores que sale al mercado. Una industria que tiene por delante grandes retos en todo lo relativo precisamente a los plazos de entrega, puesto que la media está entre las 30 y 35 semanas y este es un ritmo que ha de incrementarse exponencialmente para poder satisfacer las necesidades del mercado a nivel medioambiental y también la demanda que presenta el mismo.