Un total de 300.000 toneladas de neumáticos usados se desechan cada año en España una cantidad elevada que es importante reciclar. Hay que tener en cuenta que es un producto que se fabrica de un modo masivo y que presenta, a su vez, una gran dificultad para hacerlos desaparecer cuando su vida útil finaliza, lo que es un grave problema medioambiental.
Es un tipo de producto que, en ningún caso, ha de abandonarse en mitad de la naturaleza porque va experimentando una degradación química parcial que contamina, acaba favoreciendo que se dé el estancamiento del agua y el lugar perfecto para roedores e insectos con consecuencias insalubres.
La recogida de neumáticos
En todo el mundo se han recogido más de 859.584 toneladas de neumáticos usados, esto se traduce en que se ha dejado de emitir en el medio ambiente más de 4.800 millones de toneladas de CO2, se ha ahorrado 1.506 millones de litros de petróleo y 126 millones de m3 en agua.
Al reciclar estamos usando un producto que ya está realizado y, por tanto, para darle una nueva vida y aprovecharlo se requiere de una cantidad menor de energía de lo que se necesitaría si se realiza uno nuevo. Con un gesto tan sencillo como reciclar los neumáticos lo que se hace es generar menos CO2 al tiempo que se reduce la emisión de gases con efecto invernadero, combatiendo la lucha contra el cambio climático.
Cómo se produce el reciclaje de los neumáticos
En el momento en el que se recogen los neumáticos de los talleres, lo que se hace es llevar a cabo una clasificación para así lograr renovar el proceso de recauchutado en los que sea necesario. Si por su estado no es posible, se van hacia las plantas de reciclado en las que se separan sus componentes, es decir, el caucho, fibra textil y acero para darle así una nueva vida. De este modo, sus componentes pueden servir para asfaltar carreteras, realizar losetas de seguridad y pavimentos, etc.
Otra gran opción en este sentido es la pirólisis, siendo una opción perfecta para llevar a cabo este proceso de reciclado y para realizar un mejor aprovechamiento de la goma. Todo ello logra reducir en hasta un 92% las emisiones de CO2.
Esto es posible mediante la aplicación de un tratamiento térmico sin oxígeno que hace que se pueda descomponer goma con la ayuda de una reacción termoquímica dando lugar a aceite para biocombustible, carbón, etc.