Hay un coche eléctrico con lugar de origen China que amenaza al mercado mundial, cuesta menos de 10.000 euros y nada tiene que envidiar a un Tesla. La realidad del mercado de los coches eléctricos puede cambiar mucho con la llegada de este tipo de vehículo a los mercados.
Los aranceles altos es la única forma de parar una expansión que, de lo contrario, acabará con el mercado de los coches eléctricos de todo el mundo. Este enemigo de las empresas, pero amigo de las personas, divide el mundo por completo.
Lo que sirve para las personas no es bueno para las empresas
El objetivo de llevar el coche eléctrico a las calles podría hacerse a mayor velocidad con la entrada del coche eléctrico chino. Una contradicción que divide el mundo y nos aleja de lo que acabaría siendo una realidad más ecológica, para dar paso a una realidad empresarial que nos afecta a todos.
La economía es un elemento que hay que tener en cuenta, especialmente cuando de ella dependemos todos. Nos enfrentamos a unos cambios que pueden llegar a ser especialmente complicados de asumir, especialmente cuando estamos ante una situación que puede acabar siendo la que marque la diferencia.
Habrá llegado el día en el que BYD Seagull sea el que se imponga en el mercado, pero de momento, el proteccionismo es la única forma de mantener las empresas que se dedican a este sector a flote. Estamos ante un tipo de vehículo que por su precio y características puede acabar siendo el que dinamite por completo el reinado del resto de coches eléctricos de un precio que puede hasta triplicarse con unas características que son muy similares.
Un coche eléctrico de menos de 10.000 euros
Sin duda alguna estamos ante la revolución de los precios que sí que supondría el fin del coche de combustión. El precio es uno de los elementos que más influye en la compra, lo hemos visto con las ayudas a la compra de coches eléctricos en España y también en Alemania. En ese segundo país, el fin de las ayudas, de forma temporal, ha supuesto un importante descenso de las ventas.
Por lo que al final, lo que se acaba buscando es un cambio de tendencia que puede conseguirse con un coche eléctrico mucho más barato. Con la ayuda de este tipo de coches, podemos conseguir que todo encaje a las mil maravillas y eso quiere decir que podría ayudar a muchas familias a desplazarse con él.
Pero el riesgo de que acabe con unas fábricas de las que viven millones de personas es demasiado grande. La paradoja se cumpliría cuando las ventas fueran tan bajas de los coches autóctonos que se vería resentida una economía que depende de esos sueldos que hasta la fecha quizás se han quedado en un segundo plano.
Lo que se busca con los aranceles es proteger esos puestos de trabajo y con las ayudas animar a unas compras que evidentemente cuantos más baratos sean los coches, más facilidades de compra. Algo que debemos tener en cuenta y que nos afectará de lleno en estos días que estamos pasando.
Los coches eléctricos chinos pueden ser el futuro, pero cuando se hayan equiparado en precio y condiciones a los del resto del mundo. No hay que olvidar que China es y será la fábrica del mundo para la que tenemos que estar preparados. Un giro radical, una revolución que puede hacerse, pero no en este momento inicial del proceso en el que empresas y trabajadores dependen de esas ventas.